domingo, 20 de noviembre de 2011

El Polvo del Tiempo, el cine de The Angelopoulos

Theo Angelopoulos y Willem Dafoe
Theo Angelopoulos señala que “mis películas son lentas para poder degustar el tiempo”, aunque ciertamente el cine de este director griego se caracteriza por la utilización de tiempos muertos, planos secuencia, la alteración del eje cronológico y dilataciones del ritmo espacio-temporal, debemos estar atentos a que las historias que aborda no se ciñen a historias individuales, sino a epopeyas  que discurren por la historia de su Grecia natal.
Desde sus comienzos, la obra de Angelopoulos se ha preocupado por hacer una reflexión crítica sobre la historia contemporánea y a partir de ello ha tejido una complicidad con el pasado, con el tiempo de los hombres, de los pueblos y de los mitos para construir complejas construcciones narrativas para obligar al espectador a hacer un recuento de la historia del siglo XX, como ningún otro director ha llegado a concebir.
En sus obras es posible intuir la presencia de la mitología. En el  fuera de campo todo tiene cabida: las tragedias, las traiciones, las renuncias, las razones de la soledad y de la melancolía; pero también se hallan la infancia, los dioses, la utopía y la sensualidad del cuerpo deseado.
A cuadro, por el contrario, podemos asistir a la materialización de los horrores de la Segunda Guerra Mundial, a los hitos históricos de la era comunista (la destrucción de las estatuas, el anuncio de la muerte de Stalin, etc.) o el colapso del bloque del Este y que, tamizados por el lente de este cineasta, se aprecian tal y como los seres humanos viven esos cambios, como un sueño mal digerido y sin un cabal entendimiento de su trascendencia real.

Desde que comenzó su carrera, a mediados de los 60, Angelopoulos ha abrevado en la época de oro de la cinematografía italiana. Ocho de sus largometrajes han sido escritos por el gran Tonino Guerra (guionista de Fellini y Antonioni) y ha trabajado con estrellas de la talla de Marcello Mastroianni, Bruno Ganz, Harvey Keitel y Willem Dafoe, entre otros.

Su última película, “The Dust of Time” (Polvo del tiempo, 2008) fue recibida con poco entusiasmo por la crítica que la encontró “extraña y críptica” y, en el mejor de los casos, una repetición de los elementos ya abordados por Angelopoulos.
Si bien la extrañeza no es más que una señal de la imposibilidad del público actual para comprometerse con un filme propositivo (“Una película tiene que ser una propuesta de diálogo, y las películas cerradas, como las que hacen los norteamericanos, son para idiotas.”- Angelopoulos), la repetición no es más que el evidente compromiso del director por agotar los temas ya abordados en la primera película de esta trilogía (“The Weeping Meadow”, —El prado doliente—, 2004)

En esta obra, A., un director norteamericano de ascendencia griega (Willem Dafoe), realiza una película sobre su historia y la de sus padres —Spyros (Michel Piccoli) y Eleni (Irene Jacobs)—, recorriendo los grandes hechos históricos de los últimos cincuenta años, desde la Segunda Guerra Mundial, pasando por la guerra civil en Grecia, la muerte de Stalin, Vietnam y la caída del Muro de Berlín. A la historia de amor se suma un tercer personaje: Jacob (Bruno Ganz), quien conoce a Eleni en Siberia (cuando cae como prisionera) y gravita intermitentemente a su alrededor.

Irene Jacobs y Bruno Ganz
Las historias, las épocas y las locaciones (Italia, Alemania, Rusia, Kazakhastan, Canadá, Estados Unidos) se van mezclando en una amalgama casi onírica que apunta al proceso creador de A. y a su propio viaje interior en busca de sus orígenes.
“The Dust of Time” es una película pausada y contemplativa que ofrece grandes momentos, como el retrato de la muerte de Stalin a través de un único plano secuencia (la multitud reaccionando frente a la noticia en una plaza de Moscú) o el plano monumental de Willem Dafoe que deja ver la devastación del bar y los televisores destruidos.
La nostalgia, ese “dolor del regreso”, es algo que marca el cine de Angelopoulos: una revisión del pasado que apunta, en el caso de “The Dust of Time” a las antiguas utopías y los sueños colectivos de esa generación que intentó cambiar el mundo.


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