Las cinematografías brasileña, argentina y mexicana han sido de las más privilegiadas entre las latinoamericanas porque han contado con mecanismos, más o menos funcionales, de apoyo para la producción, en otros países, en realidad el cine es un negocio de números rojos en el que los cineastas hipotecan la casa y el alma para filmar una película y entrar a las cadenas de distribución comercial.
Cuba es un caso inusual: el cine fue una actividad fuertemente apoyada por el Gobierno y que resultó en la llamada “época de oro del cine cubano” (1959 a 1969) y que ofrendó, entre otras, “Memorias del Subdesarrollo” de Tomás Gutiérrez Alea (1968) y “Lucía” de Humberto Solás (1969)
Sin embargo, los noventa llegaron con la caída de la Unión Soviética y con la consecuente desaparición del subsidio que ésta brindaba al cine cubano y que obligó a los cineastas a ajustarse los cinturones, esto no impidió que “Fresa y Chocolate” (1994) del curtido Gutiérrez Alea pudiera superar el embargo norteamericano y a candidatearse, bajo el auspicio de Robert Redford, como candidata a mejor película extranjera en los Oscar.
A partir de 1973, con el arribo del gobierno militar, el mundillo del cine chileno debió optar por el exilio; sin embargo, ya para los años ochenta y con la bendición del video, ya se había gestado un cine clandestino de corte político en el que puede catalogarse tanto “La Batalla de Chile” (Patricio Guzmán, 1979), como “Imagen Latente” (Pablo Perelman, 1987) donde la temática de las “desapariciones” le ganó a esta obra su enlatamiento por varios años.
El cine chileno de la democracia ha demostrado una febril actividad y una búsqueda temática y narrativa que vale la pena explorar y que recibe un fuerte impulso gubernamental con festivales de cine y apoyos financieros del Estado.
Colombia ha sido azotada desde 1948 por violencia de la más diversa índole, ya sea política, guerrillera, de pandillas, militar o derivada del narcotráfico.
El asesinato de Eliécer Gaitán, que marcó el inicio de la “Violencia” (enfrentamiento de liberales y conservadores) ha sido llevado a la pantalla en películas destacables como “Cóndores no entierran todos los días” (Francisco Norden, 1984) o “Confesiones a Laura” (Jaime Osorio, 1990).
Por su parte, Víctor Gaviria se ha especializado en retratar la violencia del narcotráfico haciendo énfasis en la cortísima expectativa de vida de los niños colombianos. Gaviria, que siempre ha optado por emplear a actores “naturales”, se ha enfrentado a la dura realidad de los adolescentes colombianos: al finalizar el rodaje de “Rodrigo D: No futuro” (1990), la mitad de su elenco de actores “naturales” había muerto y la protagonista quinceañera de la estrujante “La vendedora de rosas” (1998) actualmente cumple condena de 20 años por homicidio.
Para su tercer largometraje, Gaviria retrató la relación cada vez mayor de la droga como fuente de riqueza en Colombia en “Sumas y Restas” (2004), el mejor trabajo “in house” sobre este tema en el país.
Con una cantidad ínfima de películas y con la ausencia de productores que signó su historia, Uruguay puede considerarse una cinematografía recién nacida.
En 1993, Beatriz Flores Silva filmó en video “Pepita la Pistolera” que alcanzó una muy buena respuesta y crítica, pero su segundo largometraje “La puta vida” (2001) alcanzaría el mayor número de asistentes de la historia del cine uruguayo, toda una hazaña para un país tan poco proclive a apoyar a sus coterráneos.
En ese mismo año, Pablo Stoll y Juan Pablo Rebella sorprendieron gratamente al público con su “opera prima”, “25 Watts” (2001) y tres años después, a partir de su exhibición en Cannes, “Whisky” (2004) rompió las barreras internacionales y se distribuyó con éxito en Europa.
Para estas cinematografías latinoamericanas en las que el ingenio debe suplir la falta de recursos; a las que podemos calificar más que de artísticas de artesanales, y que podemos apreciar tachonadas de deficiencias, el reto es formular nuevas estrategias: sacar el mayor provecho de los temas íntimos de cada país y de aprender a decir lo más con lo menos.
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