Bergman regresa una y otra vez a sus temas fetiche que pueden ser rastreados en su extensa filmografía: la religión siempre opresiva, la muerte, el castigo, la redención, el mundo femenino, la incomunicación, la pareja, el mundo onírico bajo un aspecto si no aterrador, por lo menos perturbador.
Fresas Salvajes (1957) |
Sin intención de hacer un recorrido exhaustivo, me limitaré a señalar las obras más destacadas del maestro de Upsala.
Si bien “El séptimo sello” (1957), esa fábula medieval, ya le había ganado una bien merecida notoriedad, “Fresas Salvajes” (1957) es la obra más fresca y humana de Bergman. El recorrido del Profesor Borg para recoger un premio pretexta la revisión moral de una vida y el sueño que presagia la muerte detona en el viejo profesor la autoconfrontación redentora siempre retratada con sobriedad.
Entre 1958 y 1966, filmará varias películas entre las que destacan “El manantial de la doncella” (Oscar al mejor film de habla no inglesa) y la trilogía sobre la existencia de Dios formada por “Como en un espejo”, “El silencio” y “Los comulgantes”.
En 1966 rueda “Persona” (1966), la película considerada la cúspide en la trayectoriade Bergman. En ella se enlazan las preocupaciones recurrentes del director que se encarnan en una actriz que repentinamente ha dejado de hablar. La mujer es recluida en una mansión enclavada en una isla con la única compañía de una enfermera que intenta curarla mediante la conversación que siempre se estrella contra el silencio de su interlocutora, a pesar de ello, entre las mujeres se teje una complicidad que pronto deviene en la anulación de una de las personalidades.
Persona (1966) |
La película que ha sido tachada de oscura e incomprensible, es un poema visual construido a partir de contrapuntos: las escenas reales imbricadas con las imaginadas; la palabra y el silencio; la soledad y la compañía, etc.
Con “La hora del Lobo”, Bergman agota los temas revulsivos y regresa a abordar temas más realistas. Destacan en la década de los setenta: “Gritos y susurros” (1972), su película más angustiante en la que Bergman se interna en la incapacidad de unas mujeres para aliviar el sufrimiento de su hermana moribunda; “Escenas de un matrimonio” (1973), producción para la televisión, en la que disecciona los encuentros y desencuentros de una pareja, y “El huevo de la serpiente” (1977) en donde los mayores temores del director se encarnan en el nazismo.
Para finales de los setenta, Bergman acusa el agotamiento de sus temas y recursos, por lo que decide explorar otro rumbo y realiza “De la vida de las marionetas” (1980) y “Fanny y Alexander” (1982).
En “De la vida de las marionetas” se presenta el horrible asesinato de una prostituta durante la primera secuencia y el resto de la película servirá para analizar las motivaciones del homicida.
Saraband (2003) |
Contrario a la puesta en escena tan áustera, Fanny y Alexander es un larga obra autobiográfica (188 mins.) que aprovecha la mirada de los niños como testigos de la muerte de su extrovertido padre, la decadencia de la familia y la adaptación al nuevo marido de su madre, un pastor asceta, hosco y lleno de prohibiciones. Fanny y Alexander ganó, entre otros reconocimientos, el Oscar a mejor película de habla no inglesa.
Para 2003, Bergman presenta en Cannes su última película: “Saraband” en la que la pareja de “Escenas de un matrimonio” (Liv Ullmann y Erland Josephson) vuelve a reunirse después de 30 años de separación para hacer un recuento de sus vidas.
Cuatro años después, Bergman moriría, sin embargo nos deja un legado de decenas de películas y obras para televisión en las que, sin importar el tono o la estrategia con que se aborda el tema, siempre podremos adentrarnos en los conflictos internos de los personajes, abrevar en sus angustias y alcanzar la catarsis, y tal vez la redención, en cada historia.
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