¿Existe algo más inverosímil que sin mediar justificación los personajes de una historia se pongan a bailar al ritmo de una música cuyo origen normalmente desconocemos?
El musical fue la explosión de una innovación técnica: la incorporación del sonido sincronizado. En 1927, El cantante de Jazz logró un éxito inusitado al presentar una banda sonora que incluía algunas canciones y casi ningún diálogo y que marcó la pauta para un nuevo recurso cinematográfico.
En sus inicios, los musicales se limitaban a programas con números musicales, pero sin hilación narrativa, así como de óperas. Sin embargo, para los años treinta, la Gran Depresión obligó a la industria a responder a la necesidad de evasión del público, para ello les regaló un mundo de oropoles y las coreografías de ensueño de Bubsy Berkeley que marcaron la pauta del musical “tras bambalinas” que se enfoca en espectáculos montados “al interior” de la película por lo que el uso de cantos y bailes queda justificado. En esta categoría pueden incluirse los modernos: Moulin Rouge (2001), Chicago (2002) y Nine (2009).
Los musicales “románticos”, los más conocidos, son comedias donde los personajes expresan sus emociones, alegrías y temores mediante canciones que sirven para hacer avanzar la trama. Los números musicales secundan el romance de la pareja, normalmente Fred Astaire y Ginger Rogers o Cyd Charisse.
También existe el musical “directo” en el que las personas bailan y cantan en situaciones y lugares cotidianos como Los Paraguas de Cherburgo (1964) de Jacques Demy, y el musical infantil que todavía forma parte de la convención Disney para sus películas (El mago de Oz, Mary Poppins, Blanca Nieves, El Rey León…)
El musical tiende a exaltar los ideales estadounidenses, el final feliz, prefiere los escenarios iluminados, los vestuarios alegres (es por eso que la película a color le vino tan bien a este género), el encuadre amplio, las tomas monumentales…
Nació como un género esperanzador y vital, que vio mejores momentos, ahora las producciones ya no son tan costosas, se abordaron tematicas más terrenas (West Side Story, 1961) e incluso se abandonaron los finales felices.
Ahora el musical sobrevive como un guiño en películas indie (Zatoichi, 2003; (500) Days of Summer, 2009) o en películas que violentan las convenciones de género (Bailando en la Oscuridad, 2000 o Sweeney Todd, 2007).
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