martes, 2 de noviembre de 2010

Cine Mexicano. Segundo Acto


Como se mencionó en la colaboración anterior, la Revolución Mexicana y la iconografía marcada por Einsenstein en su documental inconcluso ¡Qué viva México! definieron un camino para el cine mexicano. La primera originó una temática y estereotipos que resultaría en el primer género de factura nacional: la comedia ranchera.

Este tipo de comedias se desarrollan en medios rurales, familias extendidas, mujeres con trenzas y amplias enaguas normalmente sumisas, (aunque también las hay respondonas y candidatas a ser domadas), hombres sencillos de campo, cantores y bondadosos, imagen tropicalizada del caballero medieval, coronados con sombrero charro y siempre prestos a defender el honor a punta de balazos o en duelo canoro.

La Época de Oro del cine mexicano (1936-1957) se inició con este tipo de películas, pero también en ella se abordaron más temas y géneros que en ninguna otra época de nuestra cinematografía. La suma de excelentes directores (Emilio Fernández, Julio Bracho, Roberto Gavaldón, Ismael Rodríguez), un dominio técnico y un star-system propio (Pedro Infante, Dolores del Río, María Félix, Cantinflas, Pedro Armendáriz, Jorge Negrete, Sara García, los hermanos Soler, Joaquín Pardavé, Arturo de Córdova) logró la preferencia del público internacional por películas mexicanas, la Segunda Guerra Mundial en realidad, sólo fue una buena oportunidad para una cinematografía madura y que estaba lista para satisfacer la demanda.

Ya en el declive de los años dorados (el fin llegaría con la muerte de Pedro Infante), en 1952 con El Enmascarado de Plata (protagonizada por El Médico Asesino y no por Santo) nació el segundo de los tres géneros mexicanos: Las películas de luchadores.

Apegado a la serie B, este género “naif” y barroco de bajísimo presupuesto está lleno de sobreactuaciones, escenarios de cartón, criaturas monstruosas, científicos locos, murciélagos de goma, laboratorios abarrotados de luces de colores, chicas curvilíneas con pestañas postizas, cuellos de tortuga y héroes enmascarados.

Muchas de las películas del Santo, Blue Demon y el Huracán Ramírez, a pesar de sus evidentes fallas técnicas, tienen un encanto kitsch que les ha ganado fama como cine de culto y en la actualidad hay un rescate del género mayormente en Estados Unidos y Canadá.

…y para 1975, Bellas de Noche marca el nacimiento del último género de triste memoria: el cine de ficheras o sexicomedias.

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