domingo, 25 de septiembre de 2011

La búsqueda del tesoro


La trama se desarrolla en un marco exótico ya sea geográfico o histórico, el héroe (que representa el Bien) y su incondicional compañera están inmersos en la búsqueda de un tesoro, pero su trayecto está sembrado de pruebas y de la constante presencia de un antagonista maligno. Ya tenemos una película de aventuras.

Este género, casi exclusivo de Hollywood, se caracteriza por su tratamiento desenfadado y lúdico de temas y lugares llamativos donde el público puede compartir las escapadas espectaculares y los combates singulares del héroe inmaculado.

El cine de aventura sólo busca la diversión y evasión del espectador, así mientras más improbable sea el escenario (selvas, desiertos, ciudades perdidas, mares o galaxias) mayor será la posibilidad por vernos sorprendidos por peligros desconocidos y por la habilidad escapista del héroe que podrá encarnarse en Tarzán, El ladrón de Bagdad, Indiana Jones, Jack Sparrow o Luke Skywalker.

Todo héroe aventurero es Jasón en su búsqueda del vellocino de oro y como él, deberá afrontará las mismas vicisitudes: el encargo previo, el trayecto largo y arriesgado, el duelo al final del camino, la ayuda amorosa, la huida también arriesgada, el retorno victorioso y la posibilidad de una nueva aventura.

Jasón, hijo del derrocado rey de Yolco es enviado por su tío, el soberano espurio, a la búsqueda del mítico vellocino, una piel mágica de carnero que protege a quien lo posee. Si lo trae consigo podrá recuperar el trono.

Jasón y los argonautas en un viaje lleno de peligros llegan a su destino, pero hacerse del vellocino implica superar otros retos, pero la suerte sonrié a Jasón, contará la ayuda de la enamorada hija del rey de la Cólquide, Medea, quien en un acto desesperado para permitir que Jasón escape con el tesoro, descuartiza a su hermano.

La búsqueda del tesoro representa una purificación espiritual: un objeto maravilloso se transforma en un objeto de trascendencia y los retos del héroe son pruebas de su constancia para alcanzar la redención y la lucha con el Mal representado por el antagonista no es más que el enfrentamiento con sus propias debilidades.

Muchos cineastas, como Hitchcock quien lo definió como MacGuffin, han descubierto las posibilidades dramáticas de la búsqueda del objeto codiciado y lo han rebajado a un simple pretexto para detonar situaciones emocionantes. Lo importante es el viaje y no hacerse del objeto. El tesoro está hecho de la materia que se construyen los sueños (“El Halcón Maltés”, Huston, 1941).

De esta forma, el tesoro se transformó en la época de la Guerra Fría en la fórmula secreta, el microfilm o el arma secreta de cuya recuperación depende el mantenimiento de la paz mundial. Jasón se vistió de smoking para encarnar al flemático agente 007, James Bond, quien será auxiliado en sus aventuras por una cohorte de bellas y descartables medeas. Las películas de espías, el cine negro, las policiacas y el thriller abrevan en el mito argonáutico.

También podemos encontrar el argumento del viaje en algunos road movies (“Easy Rider”, Hopper,1969), donde hay una pulsión por escapar del hogar (antes que buscar el regreso) y en otras películas donde la travesía no tiene un fin (“Sin aliento”, Godard, 1960; “El cielo protector”, Bertolucci, 1990; “Fitzcarraldo”, Herzog, 1983).

Y por último, Argos se adentra en el espacio, la última frontera del cine de aventuras es la ciencia ficción donde podemos encontrar las evidentes “Star Trek” o “La Guerra de las Galaxias”, pero también a viajeros como David Bowman de “2001, Odisea del Espacio” (Kubrick, 1968) y a su antagonista computarizado Hal 9000, y también al solitario Kevin que encontrará en su viaje a Solaris (Einsenstein, 1972) su destino final.

Las películas de aventuras sólo pretenden divertir al espectador, pero el mito que las sustenta, la búsqueda de la trascendencia, es un argumento muy rico y que puede encontrarse en infinidad de filmes de “mayor envergadura”. ¿Te unes a la aventura?

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