miércoles, 6 de abril de 2011

Cineastas al grito de guerra


No existe otro arte capaz de acercar con tan pasmosa fidelidad la experiencia de la guerra a los espectadores, sólo el cine ha sido capaz de recrear (y magnificar) ese desgarro con tanta crudeza y exaltación. Hasta la Guerra del Golfo —que demostró lo aburrida que puede es la guerra real—, todo lo que casi todos sabíamos de un conflicto armado se limitaba a las películas que habíamos visto.

La guerra es un maravilloso tema porque es un campo fértil para la acción, para la valentía, para actos de suprema entrega y de la más abominable traición; pero también es un medio de propaganda y manipulación. Para nadie es ajena la visión del nazi desalmado, los “charlies” taimados o del héroe norteamericano que muere sacrificado a modo de un mesías posmoderno por defender a su pueblo.

En el cine bélico, hermano del cine histórico y de la película política, la guerra es una condición sine qua non del argumento: la vida cotidiana es trastocada por la muerte y la destrucción; los personajes del cine de guerra —ciudadanos comunes o soldados— han sido arrancados de un destino gris y lanzados a una realidad muy distinta donde deben esforzarse por mantenerse vivos y donde su verdadera naturaleza (heroíca o cobarde) será evidenciada.

La guerra como tema de película se abordó, en un principio, como un asunto histórico y a distancia como en “Attack on a China Mission” (1900) del británico James Williamson, la primera película del género en la  se muestra el infortunio de los civiles durante la revuelta de los Boxers.

Pero también existía una corriente encabezada por Italia que se adentraba en la épica: espectaculares superproducciones que recreaban al Imperio Romano y sus incursiones sobre los bárbaros.

Armas al Hombro/ Chaplin
La fórmula que suma la Historia con mayúscula con los dramas individuales se le deben a los estadounidenses D.W. Griffith (“La Batalla”, 1911 y “El Nacimiento de una nación”,1915) y Thomas H. Ince (“The Battle of Gettysburg” 1913). Esta estructura resultó ser tan efectiva y maleable que se mantiene vigente hasta nuestros días.

Pasada la amarga experiencia de la Primera Guerra Mundial, apareció el cine bélico pacifísta y de denuncia: “¡Armas al Hombro!” (Chaplin, 1918), “J’acusse!” (Abel Gance, 1919), “El gran desfile” (King Vidor, 1925). Aunque se continúa ensalzando la valentía de los soldados y haciendo apología del colonialismo.

Desbordado el mundo nuevamente con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, las potencias del Eje aprovecharon los noticiarios de cine (Actualités) para hacer alarde de su poderío en un afán documentalista pero debidamente teatralizado, mientras otros países optaron por mostrar la realidad (La trilogía de la guerra de Rossellini: Roma ciudad abierta, Paisá y Alemania Año Cero) o exaltar el valor individual.

A finales de los años cincuenta, en plena Guerra Fría, las películas optaron por poner en evidencia la corrupción del ejército, las ambiciones egoístas de oficiales que eran capaces de sacrificar a toda la tropa a cambio de un ascenso (“Senderos de Gloria”, Kubrick, 1957) o la desangelada cara de la guerra (“La batalla de Argel”, Pontecorvo,1966).

Full Metal Jacket/ Kubrick
Vietnam dio un nuevo giro: las películas intentan dar una explicación de la derrota americana o desacralizan el conflicto con personajes derrumbados (“El Francotirador”, (Cimino, 1978), “Apocalypse Now” (Coppola, 1979), “Full Metal Jacket” (Kubrick, 1987) y claro, Rambo, el epitome del heroísmo fracasado y de la violencia descontrolada de los Estados Unidos y que marcó el inicio de una serie de películas en las que Vietnam deja de ser una referencia y se difumina en una justificación para seguir matando.

El cine bélico es ajeno a los estandartes, uniformes e ideales. Es bélico y pacifista, es brutal, pero también ha sido cómico y fársico. Así como justifica la guerra y los crímenes y trata de ganarnos a  su causa también denuncia y desenmascara. Es un gènero que se renueva porque brinda a los cineastas una excusa para la acción, el heroísmo y la reflexión.

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