domingo, 25 de septiembre de 2011

El triunfo de la belleza


La película de propaganda normalmente puede adoptar las formas de un documental o de una película de ficción que promueve la obediencia a una causa o partido por lo tanto utilizará todos los recursos disponibles para encaminar a los espectadores a creer, actuar o pensar en un mismo sentido.

Se gesta, sobre todo, en el seno de regímenes totalitarios (insisto, no exclusivamente: el país con mayor propaganda es el “democrático” EUA) buscando una mayor gloria y aceptación de las instituciones dirigentes, o bien como medio para justificar conflictos armados. La película de propaganda es un panfleto político llevado a la pantalla.

Y aunque desde 1898 ya encontramos películas de propaganda como “Tearing Down the Spanish Flag” (Rompamos la bandera española) que abordaba la Guerra Hispano-Norteamericana que se desarrollo en Cuba, sería durante las décadas de los años veinte y treinta que este género alcanzaría su mayor auge y que coincide con el ascenso del fascismo y el comunismo soviético.

El cine es una tecnología que impacta todos los sentidos y cautiva la mente, en pocas palabras: seduce, así que los ideólogos del mundo rápidamente entendieron las posibilidades del invento para ganar la conciencia popular para sus propias causas así como la necesidad de asegurar su control.

En la URSS, la producción y distribución pasaron a poder del Estado, anulando cualquier intento de creación que no llevara una carga ideológica, y Einsenstein se transfiguró en el ícono de la ficción propagandística soviética con obras como “El Acorazado Potemkim” (1925), “Octubre” (1926) y “Alexander Nevsky” (1937) (una evidente campaña antigermana).

El cine italiano mantuvo un perfil más bajo, sin embargo destacan “La Vieja Guardia” (Blasetti, 1933) —el líder de un grupo de represión de las huelgas campesinas es testigo de la muerte de su hermano menor a manos de los subversivos, lo que culminará en unirse a la marcha sobre Roma encabezada por el Duce— y la mirada poética sobre la marcialidad romana y la figura del líder en “Escipión El Africano”  de Carmine Gallone (1937).

En Alemania, el maquiavélico y genial Ministro de Instrucción Pública y Propaganda, Joseph Goebbels, tuvo a su cargo la construcción de la mitología del nacionalsocialismo, tarea en la que el papel del cine era descisivo.

Bajo la premisa de que “no hablamos para decir algo, sino para obtener un determinado efecto”, Goebbels eligió a Leni Riefenstahl para crear una de las obras propagandísticas más efectiva jamás filmada: “El Triunfo de la Voluntad” (1935).

En “El Triunfo de la Voluntad” está plasmada la totalidad de signos del Nacionalsocialismo: los ritos y figuras están soberbiamente coreografiados en una puesta en escena que inunde los sentidos, que logre cautivar y enardecer a las masas y alcance para atemorizar a los enemigos por medio de símbolos gráficos, desfiles ostentosos, música épica y el despliegue de banderas y uniformes.

A esta obra seguiría “Olympia” (1938) que despliega la misma estética monumental, pero con el escenario de los Juegos Olímpicos de 1936 que debía ser el evento ideal para ilustrar la supremacía de la raza aria.

Los atletas germanos debían ser presentados de tal forma que su pureza física fuera el reflejo de la fortaleza moral de su pueblo, pero Leni supo traspasar esos límites: sus obras son excelsas y reflejan una estética que le valió para “Olympia”, los premios del Festival de Venecia de 1938 y de los Kinema Junpo Awards de 1941.

Susan Sontang, tan ajena a la ideología fascista, reconoce que: "La belleza en las representaciones de la Riefenstahl nunca es sosa, como lo es en otras artes visuales nazis. Sabía apreciar la variedad de tipos corporales; en cuestión de belleza no era racista. Y muestra lo que según las más ingenuas normas estéticas nazis se podría considerar una imperfección: el esfuerzo auténtico, como en los cuerpos deformados por el ansia de triunfo y las venas hinchadas y los ojos saltones de los atletas."

Eso sucede cuando la belleza es la ideología a seguir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario