Esto es meterse en honduras, la comedia es el más vago y difuso de los géneros y por lo tanto complicado de caracterizar; sin embargo, es fácil identificar una comedia o una secuencia cómica la gracias a la reacción que nos provoca: la risa (o por lo menos una sonrisa).
Los protagonistas cómicos suelen ser personajes comunes y corrientes que cuentan con algún defecto, puede ser mentiroso, charlatán, fanfarrón, pícaro, enamorado, y sobre todo crédulo e inconsciente. Son ridículos o bien reaccionan de forma exagerada o desatinada lo que sirve para que el espectador vea reflejados (y aumentados) sus propias manías.
El personaje cómico se enfrenta al diario acontecer de la vida cotidiana que puede mostrarse caricaturizada o bien a situaciones absurdas, sus propias limitaciones definirán el nudo dramático que invariablemente culminará en un desenlace feliz.
El desenlace feliz es la única característica “sine qua non” de la comedia, sin importar cómo se manifieste, toda comedia debe contener un final feliz.
Buster Keaton |
Este género nació en Francia bajo el sello de la comedia burlesca cuyo fundamento es el “gag” que es una fórmula cómica basada en la mímica de los actores y que no necesita palabras (el pastelazo, el tropezón con una cáscara de banana, etc.). Este tipo de comedia fue muy recurrida en el cine mudo y podemos encontrar todo tipo de ejemplos en las películas de los Hermanos Marx, Chaplin, Buster Keaton y los Hermanos Marx.
El propio Chaplin sería quien marcaría una nueva forma de hacer comedia con un melodrama (¡!) “Una Mujer de París” (1923), a partir de este film, la estructura narrativa se basó en la elipsis y lo no dicho. El gag quedó relegado.
Bajo esta nueva óptica, surge la comedia romántica, un subgénero tan en boga entonces como en la actualidad y en el que se pueden clasificar un sinfín de películas rosas y que a veces puede confundirse con la comedia dramática (una pizca más de drama que de comedia).
Con la llegada del sonido y el auge del “star-system”, la comedia americana se hizo lugar privilegiado en el mundo. Directores de la talla de Howard Hawks, Billy Wilder, Ernest Lubitsch, Frank Capra y George Cukor demuestran su maestría en el género.
En la comedia americana se pueden distinguir tres subgéneros: la comedia costumbrista en la que mediante diálogos chispeantes se resolvían los enredos amorosos de personajes de la alta sociedad (“Design for Living”, Lubitsch, 1933) que decayó rápidamente con la llegada de la Gran Depresión, dejando lugar a temas más cercanos a la clase media que serían abordados por la comedia populista (“¡Qué bello es vivir!”, Capra, 1946).
Some Like It Hot (Una Eva y Dos Adanes) |
Por último, la “screwball comedy”, un tipo de comedia alocada que raya en lo burlesco y enfrenta a personajes tanto de las clases bajas como altas (“Una Eva y dos Adanes”, Wilder, 1959).
Para los sesenta, el humor neoyorkino y judío de Blake Edwards y Woody Allen dieron origen a la llamada comedia de autor a la que también se le ha llamado comedia sofisticada porque se basa en la psicología de los personajes.
El uso de secuencias de comedia para avivar películas de otros géneros se lo debemos a los británicos, quienes no tenían reparos en aderezar cualquier películas con un toque de humor como lo hace Hitchcock en “El Tercer Tiro” (1955).
El carácter aparentemente “ligero” de la comedia ha permitido abordar incluso temas tan graves como el nazismo (“El Gran Dictador”, Chaplin, 1940), el holocausto (“La Vida es Bella”, Benigni, 1997), la descomposición ecónomica (“Full Monty”, Cattaneo, 1997), la falacia del sueño americano (“Little Miss Sunshine”, Dayton y Faris, 2006), el embarazo adolescente (“Juno”, Reitman, 2007) o incluso abrevar en el humor negro.
Este género fácil de digerir no debe ser tomado a la ligera, tiene dos caras: puede adentrarse en los peores defectos de la raza humana y obligarnos a la introspección, puede ser una medicina amarga envuelta en caramelo o bien mantenerse en la superficialidad de un “divertimento”.
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