martes, 5 de abril de 2011

Géneros para pensar

Como ya se había definido en este espacio, el género es una serie de convenciones compartidas por distintas películas que permite definir de forma rápida una obra.

Xavier Robles sostiene en su libro “La oruga y la mariposa” (UNAM, 2010) que el enfrentamiento de “El nacimiento de una nación” (Griffith, 1915) y “El acorazado Potemkin” (Einsenstein, 1925) determinó las bases de dos formas de hacer cine.

Sergei Einsenstein
Mientras la industria hollywoodense (heredera de la narrativa fluida de Griffith) optó por el entretenimiento y exaltación del espectador, ya fuera mediante grandes decorados, impactantes efectos especiales y guiones hipnotizantes que resultaban en películas ligeras, melodramas o comedias ya fueran de corte épico, acción, aventura, western, bélico, terror, suspenso o históricos.

Por su parte, los cineastas no afiliados a Hollywood optaron por un cine reflexivo y profundo que se manifestó en cuatro géneros olvidados por Hollywood: tragedia moderna, tragicomedia, pieza y farsa.

La tragedia moderna se caracteriza por personajes de excepcional carácter y fuerza de voluntad (que al contrario de la tragedia clásica o isabelina, no tienen un origen noble ni son parte de la clase dirigente) que se rebelan contra el orden reinante y finalmente sucumben víctimas de sus propias decisiones.

“El ciudadano Kane” (Welles, 1941) ese que es capaz de sacrificar cualquier valor, la amistad y el amor para mantenerse su supremo poder, pero que es condenado, por sus propias decisiones a morir en solitario ansiando el gozo infantil, es el ejemplo supremo de este género.

El segundo género, la tragicomedia, es una tragedia frustada, aunque el protagonista debe soportar mil desventuras (se alternan episodios alegres y dolorosos) al final encontrará un final feliz, pero agridulce: el personaje encontrará un lugar cómodo, una forma cínica de adaptarse a la injusticia que le rodea.

Los personajes tragicómicos siempre son seres limitados, amorales, extravagantes o excéntricos que enfrentan situaciones trágicas que resultan cruelmente divertidas para el espectador.

Fresas Salvajes/ Bergman
“Naranja Mecánica” (Kubrick, 1971), “Atrapado sin Salida” (Forman, 1975), “Trainspotting” (Boyle, 1996), “Belleza Americana” (Mendes, 1999) son algunos de los muchos ejemplos de tragicomedia.

Las películas de Bergman donde la fragilidad de la condición humana es confrontada mediante el antagonista para propiciar la redención (o rendición) del perosonaje principal como “Fresas Salvajes” (1957) o Fanny y Alexander (1982) son ejemplos claros de pieza.

En la pieza, los personajes son comunes sin ningún rasgo digno de destacar que se enfrentan a dilemas existenciales simples, pero que invitan a la reflexión.

Los tonos neutros y el ritmo pausado de su narrativa a menudo otorgan a estas obras un carácter poético como  en “Andrei Rublev”, “Stalker” (Tarkovski, 1966 y 1979), “Ordet” (Dreyer, 1955) o “La doble vida de Verónica” (Kieslowski, 1991).

Por último, la farsa es un género bufonesco, desmesurado, subversivo, violento, liberador, desproporcionado que busca arrancar una risa sarcástica o la mirada patética sobre los personajes y situaciones que muestra.

La farsa se desencadena por un mundo lleno de locura que anula el sentido común y que nos ofrece la posibilidad de abandonarnos a ese universo improbable y bizarro.

El Ángel Exterminador/ Buñuel
El Gran Dictador (Chaplin, 1940), las películas de los Hermanos Marx e incluso las películas de Buñuel como “El Ángel Exterminador” (1962), “El Fantasma de la Libertad” (1974), las obras de Monty Python y “Underground” (Kusturica, 1995) son farsas, mundos tergiversados.

¿Estás dispuesto a mirarte en alguno de estos espejos donde incluso los finales felices no lo son tanto y donde incluso las bromas no son tomadas a la ligera?

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