Es la última colaboración de este año y ello amerita hacer algo distinto a la disertación sobre elementos, géneros o corrientes cinematográficas. Esta colaboración estará dedicada a hacer una revisión (muy a vuelo de pájaro porque el número de caracteres es limitado, aunque el editor se puso guapo) de una tríada de primeras obras que sorprenden no sólo por su excelente factura, sino por la novedad de sus perspectivas.
La sorpresa de Cannes del 2010, “Año Bisiesto” de Michael Rowe retrata la historia de una periodísta oaxaqueña que vive casi enclaustrada entre las paredes de su diminuto departamento del Distrito Federal del que sólo sale para buscar parejas sexuales.
Mediante planos fijos, Rowe nos hace partícipes de las esporádicas y fantasiosas conversaciones familiares y de la relación sadomasoquista que se transforma en la más significativa en la vida de Laura (Mónica del Carmen) y que se revela como la única salida para aliviar su trauma que tristemente es más común de lo que se piensa.
Esta película ganó, por primera vez para México, la Cámara de Oro del Festival de Cannes que se otorga a las mejores opera prima del cine mundial.
También de este año, el primer largometraje de Jorge Michel Grau, “Somos lo que hay” es una película que abreva en más de un género y que narra los problemas que tiene una familia caníbal para sobrevivir cuando el padre y proveedor muere.
Más allá del tema que incita al morbo y que podría anticiparse gore, la inteligencia del cineasta radica en centrarse no en el terror ni en la violencia explícita y fácil, sino en la dinámica familiar trastocada por la muerte de su líder y en la problemática de pertenecer a una minoría maldita cuyo única prioridad es persistir.
“Somos lo que hay” fue el proyecto ganador del concurso para opera prima IMCINE-CCC, Premio Séquence al Mejor Largometraje Internacional del Fantasia Internacional Film Festival, Montreal 2010 y Premio a Mejor película Ópera Prima del Festival Internacional de Cine Expresión en Corto de Guanajuato.
Por último y para los que no la hayan visto, del 2007, “Párpados Azules” opera prima de Ernesto Contreras.
Esta película muestra la vida de Marina Farfán (Cecilia Suárez) que se trastorna cuando gana un viaje paradisíaco a Playa Salamandra. Su soledad muestra su espantosa magnitud cuando Marina descubre que no tiene a nadie que pueda acompañarla.
El providencial encuentro con Víctor (Enrique Arreola), un compañero de secundaria, ofrece a Marina la oportunidad de compartir el viaje e incluso de aferrarse a la única posibilidad de contacto emocional que se vislumbra en su vida.
Esta singular historia de la ausencia del amor está magistralmente narrada con manejo de tiempos muertos, con diálogos que se repiten en la búsqueda inútil de encontrar un hilo conductor entre dos solitarios irredentos.
Esta película recibió premio especial del jurado en el Sundance Film Festival, mención especial en el Festival de San Sebastián, Mejor Película Iberoamericana en el Festival de Cine de Guadalajara y el Ariel de Plata a la Mejor Ópera.
La perspectiva desde el que se abordan los temas, el manejo técnico y estético que hace cada uno de estos cineastas, las particularidades de cada guión que también les han valido reconocimientos, la posibilidad de hacer grandes películas sin grandes presupuestos hacen de cada una de estas “primeras obras”, joyitas del cine mexicano y no simples curiosidades. Bien valen la pena dedicarles una mirada y un par de horas.
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