jueves, 20 de enero de 2011

El fenómeno Tarantino

Cuando en 1992 se estrenó “Perros de Reserva” (Reservoir Dogs,1992) del desconocido Quentin Tarantino, nada podía preveer que esta obra de un escritor desconocido develería al director ícono de los noventa.

Criado en la ciudad de Torrance al sur de Los Ángeles, el cineasta originario de Knoxville, Tennessee, estuvo expuesto a las influencias culturales de un barrio donde se mezclan blancos y negros. Fanático del cine y un pésimo estudiante, Tarantino abandonó los estudios a los 17 años y se mantenía a flote con trabajos esporádicos, entre los que se incluye trabajar en un videoclub de Manhattan Beach donde pudo dar rienda suelta a su cinefilia. Aficionado también a la actuación, pronto transformó, con ayuda de sus fieles compinches, Roger Avary y Jerry Martínez, el videoclub en una improvisada escuela de cine donde para ofrecer ejercicios prácticos de actuación, empezó a escribir escenas aisladas que pronto fraguaron en guiones.

Con los ingresos que recibía por las clases sufragó su inscripción al Instituto Sundance fundado por Robert Redford que ofrecía apoyar a talentos independientes.

Ante la imposibilidad de encontrar inversionistas para poner en marcha su carrera como director-guionista, Tarantino escribió “Perros de Reserva” como un proyecto minimalista: él y sus amigos interpretarían la historia a posteriori de un fallido robo a una joyería (que no se mostraría a cuadro para economizar en locaciones). Los diálogos y las referencias suplirían las deficiencias y se rodaría en un modesto formato de 16 mm.

Sin embargo, la fortuna sonreiría a Tarantino, Lawrence Bender, un conocido productor, quedó fascinado con la historia, bajo la promesa de buscar mayor apoyo económico, Bender le hizo llegar el guión a Harvey Keitel, quien atrajo a un excelente elenco y un presupuesto decente.

Rodada en menos de un mes con un reparto que incluye a Harvey Keitel, Michael Madsen, Steve Buscemi, Tim Roth, Lawrence Tierney, Chris Penn y el propio Tarantino, “Perros de Reserva” fue todo un éxito y generó muchas expectativas sobre el siguiente trabajo del director novel.

En el medio, Tarantino logró vender dos guiones anteriores a sus Perros: “True Romance” (Tony Scott, 1992) y “Natural Born Killers” (Reescrita y dirigida por Oliver Stone, 1993). Hasta la fecha, Quentin sostiene que sus guiones fueron destrozados.

Para el Festival de Cannes de 1994, Tarantino presentaría su esperado segundo trabajo: “Pulp Fiction” (Tiempos Violentos), un ingenioso homenaje a las historietas y novelillas de serie negra, que ganó la Palma de Oro del Festival y fue nominada a siete Oscar, incluidos a la mejor película y mejor director.

A partir de esta obra, el estilo de Tarantino quedó definido: películas hiperdialogadas en un tono casual y desenfadado en donde abundan las referencias a drogas, sexo e insultos de todo tipo.

La estructura de sus obras por lo general se desagrega en episodios que no se muestran en orden cronológico y donde los flashbacks y los flashforwards continuos obligan al espectador a hacer malabares temporales para “completar” la historia en la que nunca faltan la violencia excesiva y las referencias a la cultura pop, al cine y a las artes marciales, sin embargo su tinte burlesco logra desacralizar el impacto emocional de la brutalidad con el giro inesperado que siempre alcanza para arrancar una carcajada incluso en las escenas más cruentas.

Es una contante en el mundo tarantinesco, la música surf y la construcción de personajes sórdidos, pero cuya fragilidad queda a menudo expuesta y ridiculizada: la muerte de Vincent Vega, la violación de Marcellus Wallace, el “pasón” de Mia, el reloj de Butch…
 
Quentin Tarantino, el actor devenido en director que llegó a decir haber participado en King Lear de Jean-Luc Goddard porque, afirmaba, nadie en Hollywood conocía esa película, nunca pierde la oportunidad de representar pequeños papeles en sus obras y mantenernos clavados en la butaca por el tiempo que dure ese universo violento y pop.


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