jueves, 20 de enero de 2011

Fantástico y maravilloso


El género fantástico es un género de ficción en el cual los elementos principales del argumento son imaginarios, irreales y sobrenaturales. La vastedad de su definición nos permite identificar subgéneros como lo fantástico (en sentido estricto) y lo maravilloso, aunque también podemos encontrarlo mezclado con la ciencia ficción, el surrealismo y la película de horror.

Si bien todo el cine fantástico se caracteriza por la aparición de elementos imaginarios, en el subgénero fantástico (strictu sensu), seres extraños e inexplicables irrumpen en el universo conocido y provocan miedo entre los habitantes. Esta definición puede causar confusión con la película de horror, sin embargo, esta última pone el acento en buscar la respuesta emocional del espectador por lo que muchas veces utiliza recursos gore como el exagerado derramamiento de sangre.

Lo fantástico abreva en la literatura no realista de los siglo XVIII al XX (Edgar Allan Poe, el romanticismo y la novela gótica), sus personajes son el Diablo en todas sus encarnaciones, los brujos, los muertos vivientes (vampiros, zombies, fantasmas), los monstruos psicológicos (científicos locos, el maníaco, el asesino serial), los monstruos animales (dragones, criaturas prehistóricas o gigantes, animales enloquecidos)  o el monstruo fisiológico (el lisiado o las “creaciones” humanas abominables y contra natura).

Su tema siempre será la lucha por restaurar el orden: el Bien contra el Mal, del hombre contra Dios, de la ciencia contra la divinidad, sus escenarios serán lugares oscuros y húmedos, atmósferas pesadas ambientadas con iluminaciones expresionistas o colorimetrías saturadas de matices azules.

Destacan como ejemplos del cine fantástico: “Los pájaros” (Hitchcock, 1963), “Eraserhead” (Lynch, 1978), “eXistenZ” (Cronenberg, 1999), “Drácula” (Coppola, 1992), “Sexto Sentido” (Shyamalan, 2001), “Los otros” (Amenábar, 2001), la saga de Harry Potter, etc.

El cine maravilloso, por su parte, es la creación de un sueño colectivo, del desbordamiento de la ficción para buscar la fascinación del espectador, es la creación de un universo alterno con leyes y personajes propios.

Lo maravilloso es la suma de la magia y la fantasía, mientras lo fantástico hace referencia a las fuerzas descendentes, a la angustia y al miedo por el orden amenazado; lo maravilloso juega con la luz, con fuerzas ascendentes, con la inocencia absoluta y la bondad.

El imaginario de este género está constituido por historias amables donde seres sobrenaturales y míticos como hadas, hechiceros y faunos se pasean por tierras encantadas o entre sueños. Lo maravilloso busca la entrega total del espectador al universo mágico creado y a sus fantasías.

En lo maravilloso no sólo caben películas de magia y fantasía (“El Mago de Oz”, Fleming, 1939), también incluye el heroic fantasy que aporta una dimensión épica (“El Señor de los Anillos”), las leyendas (“Sleepy Hollow”, Burton, 1999), los cuentos, los mitos, las fábulas y alegorías, las historias de fantasmas —siempre que los espectros sean amables y no terroríficos— y el onirismo.

El onirismo (la transmutación del sueño en un universo cinematográfico) merece una mención especial, aunque forma parte también de lo maravilloso, diversos realizadores lo han utilizado para  enriquecer sus obras y crear espacios donde se mezclan los sueños y el real aunque no sólo se inscriban dentro de este género (Fresas Salvajes, Bergman, 1957; 8 ½, Fellini, 1963; Sueños, Kurosawa, 1990)

Por último, la ciencia ficción y el surrealismo también abrevan en lo fantástico, sin embargo se les clasifica por separado ya que la Sci-Fi crea convenciones propias (se desarrolla en el futuro, en estaciones espaciales, con robots, mutantes y extraterrestres, etc.) y el surrealismo simple y llanamente prescinde de todas las convenciones narrativas por lo que crea su propia corriente.

Ahora bien, si cada película crea su propio universo ¿realmente existe el cine realista

El fenómeno Tarantino

Cuando en 1992 se estrenó “Perros de Reserva” (Reservoir Dogs,1992) del desconocido Quentin Tarantino, nada podía preveer que esta obra de un escritor desconocido develería al director ícono de los noventa.

Criado en la ciudad de Torrance al sur de Los Ángeles, el cineasta originario de Knoxville, Tennessee, estuvo expuesto a las influencias culturales de un barrio donde se mezclan blancos y negros. Fanático del cine y un pésimo estudiante, Tarantino abandonó los estudios a los 17 años y se mantenía a flote con trabajos esporádicos, entre los que se incluye trabajar en un videoclub de Manhattan Beach donde pudo dar rienda suelta a su cinefilia. Aficionado también a la actuación, pronto transformó, con ayuda de sus fieles compinches, Roger Avary y Jerry Martínez, el videoclub en una improvisada escuela de cine donde para ofrecer ejercicios prácticos de actuación, empezó a escribir escenas aisladas que pronto fraguaron en guiones.

Con los ingresos que recibía por las clases sufragó su inscripción al Instituto Sundance fundado por Robert Redford que ofrecía apoyar a talentos independientes.

Ante la imposibilidad de encontrar inversionistas para poner en marcha su carrera como director-guionista, Tarantino escribió “Perros de Reserva” como un proyecto minimalista: él y sus amigos interpretarían la historia a posteriori de un fallido robo a una joyería (que no se mostraría a cuadro para economizar en locaciones). Los diálogos y las referencias suplirían las deficiencias y se rodaría en un modesto formato de 16 mm.

Sin embargo, la fortuna sonreiría a Tarantino, Lawrence Bender, un conocido productor, quedó fascinado con la historia, bajo la promesa de buscar mayor apoyo económico, Bender le hizo llegar el guión a Harvey Keitel, quien atrajo a un excelente elenco y un presupuesto decente.

Rodada en menos de un mes con un reparto que incluye a Harvey Keitel, Michael Madsen, Steve Buscemi, Tim Roth, Lawrence Tierney, Chris Penn y el propio Tarantino, “Perros de Reserva” fue todo un éxito y generó muchas expectativas sobre el siguiente trabajo del director novel.

En el medio, Tarantino logró vender dos guiones anteriores a sus Perros: “True Romance” (Tony Scott, 1992) y “Natural Born Killers” (Reescrita y dirigida por Oliver Stone, 1993). Hasta la fecha, Quentin sostiene que sus guiones fueron destrozados.

Para el Festival de Cannes de 1994, Tarantino presentaría su esperado segundo trabajo: “Pulp Fiction” (Tiempos Violentos), un ingenioso homenaje a las historietas y novelillas de serie negra, que ganó la Palma de Oro del Festival y fue nominada a siete Oscar, incluidos a la mejor película y mejor director.

A partir de esta obra, el estilo de Tarantino quedó definido: películas hiperdialogadas en un tono casual y desenfadado en donde abundan las referencias a drogas, sexo e insultos de todo tipo.

La estructura de sus obras por lo general se desagrega en episodios que no se muestran en orden cronológico y donde los flashbacks y los flashforwards continuos obligan al espectador a hacer malabares temporales para “completar” la historia en la que nunca faltan la violencia excesiva y las referencias a la cultura pop, al cine y a las artes marciales, sin embargo su tinte burlesco logra desacralizar el impacto emocional de la brutalidad con el giro inesperado que siempre alcanza para arrancar una carcajada incluso en las escenas más cruentas.

Es una contante en el mundo tarantinesco, la música surf y la construcción de personajes sórdidos, pero cuya fragilidad queda a menudo expuesta y ridiculizada: la muerte de Vincent Vega, la violación de Marcellus Wallace, el “pasón” de Mia, el reloj de Butch…
 
Quentin Tarantino, el actor devenido en director que llegó a decir haber participado en King Lear de Jean-Luc Goddard porque, afirmaba, nadie en Hollywood conocía esa película, nunca pierde la oportunidad de representar pequeños papeles en sus obras y mantenernos clavados en la butaca por el tiempo que dure ese universo violento y pop.


Plano-secuencia


La palabra plano tiene varios significados: las tomas realizadas por el director (la película rodada entre “¡acción!” y “¡corte!”); el tipo de encuadre con que se retrata un personaje o acción (‘close-up”, “big shot”, plano americano), pero también se le llama plano a los pedazos de filme que ya han sido sometidas a edición y que forman las partículas elementales de una pelicula.

Esos cambios casi imperceptibles de perspectivas brinda dinamismo a la película, multiplica el punto de vista del espectador y ofrece al director la posibilidad de enfatizar distintos aspectos o personajes, así como de manipular el tiempo y el espacio. De igual forma, la rapidez con la que se suceden los planos define el ritmo de una secuencia.

No existe un estándar que determine cuál debe ser la duración de un plano, mientras en los orígenes del cine las películas solían estar constituidas por una única toma o plano (la duración estaba supeditada al largo del rollo); durante el apogeo de la teoría rusa del montaje los planos tenían una duración escasa de cinco segundos, pero para los años treinta, (con el cine clásico) los planos llegaban a una media de diez segundos. En la actualidad, sin embargo y a raíz de los video musicales, hay una tendencia hacia las películas vertiginosas con planos que tan sólo se muestran por un par de segundos.

Ahora bien, en la orilla opuesta al montaje de planos y a los hijos del videoclip, existe el plano-secuencia. 

El plano secuencia es un plano largo que posee la unidad narrativa de una secuencia, esto es, no existen cortes al interior (que puede durar minutos), se le puede aislar y analizar sin necesidad de otras partes del filme. Tiene un significado propio.

Casi siempre puede considerarse al plano secuencia como una alternativa al rodaje por planos, sin embargo, algunos creadores la han utilizado efectiva y eficazmente para definir incluso su estilo particular, como el extraordinario plano secuencia que sirve de apertura a la película de Orson Welles, “Sed de Mal” (“Touch of Evil”, 1958).

Durante sus tres minutos nos muestra con el más puro estilo del cine negro y con el uso de una grúa que le brinda a los movimientos de la cámara una calidad coreográfica, una bulliciosa noche en una ciudad fronteriza donde el honorable agente antinarcóticos mexicano, Mike Vargas (Charlton Heston) y su platinada americana novia (Janet Leigh) pasean, mientras un hombre desconocido “planta” una bomba en la cajuela de un coche. Las apariciones del automóvil y la pareja a cuadro se alternan, pero cuando Vargas y su novia se detienen en la frontera, el coche pasa de largo y la bomba estalla fuera de cuadro.

Welles tardó 15 días en planear y ensayar a minuicia la secuencia antes de rodarla, por su complejidad es un hito de la historia del cine. Sin embargo, las dificultades técnicas que plantea el uso del plano-secuencia no asegura la maestría, cineastas pretensiosos lo han usado para hacer gala de un “virtuosismo” gratuito y en otros casos, (sobre todo cuando se usan planos fijos) para economizar los recursos.

Además de Welles, podemos encontrar planos-secuencias en películas de Renoir, Kenji Mizoguchi, Dreyer y Hitchcock (su película “La Soga”, 1948, está rodada en un único plano fijo en ocho rollos de película).

Recientemente, Aleksandr Sokúrov realizó su película “El Arca Rusa” (2002) en un larguísimo plano de 100 minutos (la máxima capacidad del disco duro de la cámara digital utilizada) que recorre habitaciones y recrea las distintas épocas del Hermitage.

Por último y como demostración de la actualidad que puede tener el plano-secuencia, es obligado señalar la extraordinaria película argentina “El Secreto de tus Ojos” (2009), en su más reciente obra, Juan José Campanella, utiliza este recurso para retratar toda la acción de la persecución en el Estadio de Futbol que nos ofrece un excelente ejemplo de un plano-secuencia vibrante.

Las joyitas del año


Es la última colaboración de este año y ello amerita hacer algo distinto a la disertación sobre elementos, géneros o corrientes cinematográficas. Esta colaboración estará dedicada a hacer una revisión (muy a vuelo de pájaro porque el número de caracteres es limitado, aunque el editor se puso guapo) de una tríada de primeras obras que sorprenden no sólo por su excelente factura, sino por la novedad de sus perspectivas.

La sorpresa de Cannes del 2010, “Año Bisiesto” de Michael Rowe retrata la historia de una periodísta oaxaqueña que vive casi enclaustrada entre las paredes de su diminuto departamento del Distrito Federal del que sólo sale para buscar parejas sexuales.

Mediante planos fijos, Rowe nos hace partícipes de las esporádicas y fantasiosas conversaciones familiares y de la relación sadomasoquista que se transforma en la más significativa en la vida de Laura (Mónica del Carmen) y que se revela como la única salida para aliviar su trauma que tristemente es más común de lo que se piensa.

Esta película ganó, por primera vez para México, la Cámara de Oro del Festival de Cannes que se otorga a las mejores opera prima del cine mundial.

También de este año, el primer largometraje de Jorge Michel Grau, “Somos lo que hay” es una película que abreva en más de un género y que narra los problemas que tiene una familia caníbal para sobrevivir cuando el padre y proveedor muere.

Más allá del tema que incita al morbo y que podría anticiparse gore, la inteligencia del cineasta radica en centrarse no en el terror ni en la violencia explícita y fácil, sino en la dinámica familiar trastocada por la muerte de su líder y en la problemática de pertenecer a una minoría maldita cuyo única prioridad es persistir.

“Somos lo que hay” fue el proyecto ganador del concurso para opera prima IMCINE-CCC, Premio Séquence al Mejor Largometraje Internacional del Fantasia Internacional Film Festival, Montreal 2010 y Premio a Mejor película Ópera Prima del Festival Internacional de Cine Expresión en Corto de Guanajuato.

Por último y para los que no la hayan visto,  del 2007, “Párpados Azules” opera prima de Ernesto Contreras.

Esta película muestra la vida de Marina Farfán (Cecilia Suárez) que se trastorna cuando gana un viaje paradisíaco a Playa Salamandra. Su soledad muestra su espantosa magnitud cuando Marina descubre que no tiene a nadie que pueda acompañarla.

El providencial encuentro con Víctor (Enrique Arreola), un compañero de secundaria, ofrece a Marina la oportunidad de compartir el viaje e incluso de aferrarse a la única posibilidad de contacto emocional que se vislumbra en su vida.

Esta singular historia de la ausencia del amor está magistralmente narrada con manejo de tiempos muertos, con diálogos que se repiten en la búsqueda inútil de encontrar un hilo conductor entre dos solitarios irredentos.

Esta película recibió premio especial del jurado en el Sundance Film Festival, mención especial en el Festival de San Sebastián, Mejor Película Iberoamericana en el Festival de Cine de Guadalajara y el Ariel de Plata a la Mejor Ópera.

La perspectiva desde el que se abordan los temas, el manejo técnico y estético que hace cada uno de estos cineastas, las particularidades de cada guión que también les han valido reconocimientos, la posibilidad de hacer grandes películas sin grandes presupuestos hacen de cada una de estas “primeras obras”, joyitas del cine mexicano y no simples curiosidades. Bien valen la pena dedicarles una mirada y un par de horas.

El drama social


El fascismo había atiborrado el cine de grandes producciones históricas (aquellas llamadas de “teléfono blanco”) y películas de propaganda. Al igual que ha sucedido en otros países y épocas, algunos críticos y artistas se rebelaron contra esas películas anquilosadas y megalómanas y pugnaron por un nuevo cine.

Gracias a esta lucha intelectual, a partir de 1940 los argumentos reivindican una mirada más cercana a la realidad social, sin embargo Roma Ciudad Abierta de Roselini (1945) sería la película la que marcaría el nacimiento oficial del neorrealismo. Rodada casi sin presupuesto y con un sinfín de dificultades, esta película muestra, tamizada por una mirada infantil que es testigo y partícipe, la resistencia del pueblo italiano a la ocupación nazi.

Esta búsqueda de la realidad y la destrucción de Cinecittá, orilla a los cineastas a buscar nuevas formas de hacer cine: las historias se ruedan en locaciones exteriores, bajo iluminación natural con actores no profesionales que acentúan la percepción de veracidad y ayudan a resaltar las miserias del popolo.

Destacan entre los grandes cineastas neorrealistas, Vittorio De Sica que mantuvo una fidelidad intachable a los principios del movimiento (aproximación minuciosa de la realidad, rechazo a lo novelesco, decorados naturales y utilización de actores no profesionales) misma que se puede apreciar en la entrañable Ladrón de Bicicletas (1948). Coincidentemente, su obra Umberto D (1952) es considerada la última película neorrealista.

Visconti en La Terra Trema (1948) ofrece una visión ennoblecida de la lucha de los pescadores de Aci Trezza contra la explotación de los comerciantes mayoristas; Vergano y De Santis se decantaron por un cine comprometido, el propio Roselini—después de Roma Ciudad Abierta— se orientó a un cine más intimista centrado en las tribulaciones de sus personajes.

La década de los cincuenta trajo una nueva camada de directores (Antonioni, Fellini, Bertolucci) enfocados en retratar los problemas interiores de sus personajes, y ello marcó el final de este movimiento de drama social.

Las películas neorrealistas reflejan la ruina económica y moral de Italia de la posguerra, se trata de un cine desesperanzado que ahonda sin dar pausa en la frustración, a veces sin siquiera ofrecer el alivio de la redención. Hay que tener estómago para sufrir (sería imposible decir “disfrutar”) este cine.

Doppelgänger


Nacido en la martirizada Polonia, el otrora documentalista, Krzysztof Kieslowski evolucionó en su cine de ficción hasta erigirse en un maestro del simbolismo que inunda por completo la imagen y que nos obliga a la reflexión constante sobre la condición humana.

Aunque su obra confronta al espectador con las emociones, miedos, obsesiones de cada día, es el tratamiento de la imagen, los contrastes, las sombras, las luces y la colorimetría que favorece la creación de ambientes que subrayan las emociones de los personajes. Es un cine intimista, misterioso, que prefiere plantear dudas que despejarlas.

Kieslowski logró destacarse con "El Decálogo" (1989-1990), una serie para televisión de diez capítulos, más tarde, con "La Doble Vida de Verónica" (1991), co-producción polaco-francesa, alcanzaría la fama internacional.

Dos mujeres idénticas en fisonomía pero opuestas en carácter viven en lugares distintos: Veronika, la polaca, es más impulsiva, despreocupada, alegre y descuidada con su frágil salud, mientras que Véronique, la francesa, es más cauta, silente, misteriosa e incluso abandona sus estudios de canto por prudencia, aunque aparentemente están solas se saben unidas, aun sin conocerse, por una misma esencia vital que trasciende lo corpóreo.

Al igual que el mito de doppelgänger (el doble), el brevísimo encuentro entre las dos Verónicas presagia la muerte de una de ellas, pero esta duplicidad sirve a Kieslowski para enfrentarnos al conflicto y las posibilidades de la existencia.

En cierta forma también vemos reflejada en esta bilocación el dilema del propio Kieslowski quien se debatía entre mantener su identidad polaca o renunciar a ella a favor de mejores condiciones para hacer cine y que culminarían con la obra más conocida de este cineasta: La Trilogía del Color (Azul, Blanco y Rojo).

Pier Paolo Pasolini ya argumentaba que existe un cine poesía que se contrapone a un cine prosa, si consideramos como válida esta tesis, las obras de Kieslowski deben estar incluidas entre el cine poético por la transmutación de las estructuras objetivas en estructuras líricas que exigen ser asimiladas por el espectador para ser transformadas en parte de su mundo interior.

Los tonos cálidos y la sublime música de Preisner nos conducen a una odisea, a un mar misterioso de sensaciones que se adentran en el espíritu y se quedan, como un poema, a flor de piel.

¿Arte o entretenimiento?


La discusión es casi tan añeja como el mismo cine, pero ¿en realidad existe esa dicotomía irreconciliable entre las propiedades artísticas del cine y sus capacidades para mantenernos al borde de la butaca?

Gracias a Griffith y Mélies que descubrieron las posibilidades narrativas del cine mediante el montaje y el trucaje, el cine surge como un nuevo tipo de lenguaje (¿arte?) superando por mucho el vaticinio de sus creadores que lo reducía a divertimento científico sin futuro.

La sofisticación del público aficionado a las grandes obras de teatro transformaron la cinematografía: se inició una guerra entre estudios que competían por hacer la más grandilocuente producción, con el mejor equipo, con las mejores estrellas.

El cine se hizo espectacular y eso se ha mantenido, por lo menos en Estados Unidos. La destrucción de los grandes estudios durante la Segunda Guerra Mundial obligó a buscar fórmulas más accesibles para hacer cine, la balanza se inclinó hacia las historias.

En los Estados Unidos la historia fue distinta. Los grandes productores y el Star-System seguían en pie, ahora fortalecidos al incorporar a directores, técnicos y estrellas prófugos de la Europa en guerra.

Más que nunca, el arte estaba contrapuesto a la industria, sin embargo los críticos de la Nueva Ola encontrarían un punto de convergencia: Alfred Hitchcock.

En los años cincuenta y sesenta, Hitchcock se encontraba en la cima de su creatividad y de su éxito, pero la crítica americana y europea denigraba un film tras otro. Cuenta Truffaut que los periodistas le hacían la misma pregunta: “¿Por qué los críticos de Cahiers du Cinéma toman en serio a Hitchcock? Es rico, tiene éxito, pero sus películas carecen de sustancia.”

Truffaut había sido capaz de identificar en las obras del cineasta inglés una reflexión profunda sobre los medios de su arte por lo que en El cine según Hitchcock, se dio a la tarea de develar el arte del Maestro del Suspense y de llevarlo al séptimo cielo del séptimo arte. Gracias a la aparición de esta entrevista, los críticos prestaron más atención al trabajo de Hitchcock y los cinéfilos más jóvenes lo adoptaron sin tapujos y sin necesidad de justificar su éxito, riqueza o celebridad. Sus películas son la perfecta armonía entre lo sublime y lo comercial.

Así que piénsatelo dos veces antes de emitir una opinión a la ligera sobre una película: el arte y el entretenimiento no son excluyentes.

Tarkovski, escultor del tiempo


Pensar el tiempo como un bloque de piedra, sólido, que debe ser esculpido para hacer surgir de él la imagen cinematográfica es la tesis que sustentó el cine de Andréi Tarkovski. Aunque más que sólido, bajo la lente de Tarkovski, el tiempo se hace líquido y fluye con exquisitez.

Esta ductibilidad es quizás el fundamento del estilo plástico, intimista y reflexivo de la obra de este cineasta que hace que sus etéreas imágenes se acerquen a las propiedades metafísicas de la poesía.

Las teorías y las novísimas formas narrativas de Tarkovski influyeron a toda una camada de nuevos realizadores e incluso conmovieron a otros monstruos del cine, como Bergman.

Hipnóticas, sublimes, silenciosas, reflexivas, sensuales, conmovedoras es más fácil definir sus películas que analizarlas. Intentar una disección nos impide comunicar la magnificencia contradictoria de este artista, hijo de un héroe de guerra y educado por el Soviet, pero que marcaba su discurso metafísico con una estética vanguardista muy ajena al marxismo y al realismo socialista exigidos.

El ícono es una contemplación teológica que entiende mejor el pueblo analfabeto, que los teóricos del arte, por ello Tarkovski transforma sus imágenes en íconos modernos, no es gratuita la especularidad de los dos Andréi, Tarkovski y Rublev, que sirve para definir el compromiso del artista con el arte mismo y la consecuente renuncia al mundo.

Su obra es tan breve como abrumadora: La infancia de Iván (1962), su  primer largometraje obtuvo el León de Oro del Festival de Venecia y le ganó la estricta vigilancia de las autoridades.

Andréi Rubliev (1966) fue víctima del control soviético: no sólo fue prohibida hasta 1971, sino que se llegó al extremo de exigir que su exhibición en Cannes se llevara a cabo a las cuatro de la mañana del último día del festival.

Solaris (1972) y Stalker (1979) constituyen una aproximación muy personal que transforma la ciencia ficción en un misterio vital.

La vanguardista Zerkalo (El espejo, 1975) le ganó la enemistad manifiesta del soviet. Tarkovski y su esposa huirían del país al finalizar la producción de  Nostalgia (1983). Ya en Suecia y con el apoyo del equipo de Bergman, Tarkovski filmó Sacrificio (1986), su última película que ganó cuatro premios en el Festival de Cine de Cannes.

Siete películas bastaron para crear el mito de este único y sugerente escultor del tiempo.

Los indie


El cine Indie (apócope de independiente) es una tendencia que reniega del sistema de los grandes estudios. Son producciones modestas, con actores menores, sin expectativas de distribución masiva y con técnicas basadas en cámaras digitales que facilitan el rodaje y la edición.

Desde los inicios del cine, cuando Thomas Alva Edison imponia importantes gravámenes a la producción y distribución del cine, aquellos que decidieron mantenerse al margen de estas duras condiciones del imperio Edison, formaron agrupaciones independientes. Estos “forajidos” (outlaws) serían los primeros indies del mundo, pero poco después se transformarían a su vez en otro tipo de monstruos que impondrían al cine el reinado del star-system: Paramount Pictures, Fox Film Corporation, Warner Bros, Universal Studios y la Metro-Goldwyn-Mayer.

El cine indie actual, entendido como ese alejamiento del “mainstream”, está caracterizado por la experimentación (B&N, grano reventado, body-cam, encuadres o montaje descuidado), por la elección de temas y personajes marginales: homosexualidad, drogadicción, prostitución, la crítica social, el pesimismo, la soledad, asi como por el control absoluto de su director durante toda la producción.

En sus inicios, la exhibición de estas películas se limitaba a circuitos independientes, sin embargo, el éxito de Easy Rider (1969) y la creación del Festival de Cine Independiente de Sundance en 1983 (actualmente el festival de cine indie más importante del mundo) fue ganando un importante número de adeptos a este tipo de producciones.

Al mismo tiempo, las producciones de Hollywood padecen una crisis que se manifiesta en el remake constante de historias, la falta de guiones interesantes, el encasillamiento en ciertos géneros y el abuso de efectos especiales. El creciente interés en el cine indie y el declive del cine comercial determinó que la entrenada mirada comercial de las grandes distribuidoras se reenfocara.

“Si no puedes con ellos, cómetelos” ahora las grandes distribuidoras han abierto departamentos especializados en el mercadeo de independientes (Zoetropo, Focus, Janus, etc.) Aunque puede que no sea la mejor forma, el interés comercial de las distribuidoras ha acercado el cine indie al resto del mundo.

Yo no sé qué diran ustedes, pero yo soy feliz con la mirada refrescante y ácida de Tarantino, los hermanos Cohen, Dennys Arcand, Cronenberg, Jarmush, Wong Kar-wai, Kitano…