miércoles, 5 de mayo de 2010

¿Películas viejas? No, por favor

En el proceso de creación de un lenguaje propio, el cine experimento con distintas formas narrativas y una que destacó por su contundencia y estabilidad fue el llamado cine clásico.

El cine clásico tuvo a su apogeo durante las décadas del 30 al 50 y sus mejores ejemplos son una infinidad de obras producidas en Hollywood: “Lo que el Viento se Llevó”, “El Mago de Oz”, “Casablanca”, etc.

La premisa del cine clásico es sencilla: la obra debe desarrollar en pantalla toda la acción relacionada con el conflicto, el conflicto debe ser generado por los deseos o pasiones de personajes individuales, debe existir un antagonista y obstáculos que se opongan al protagonista, el tiempo y espacio fílmico debe estar subordinado a la narración y el conflicto debe solucionarse de manera total.

Podríamos resumir la premisa en “lo que hay es lo que ves”. La narrativa del cine clásico es “cerrada” y objetiva, el confliicto, su desarrollo y desenlace están contenidas en la película, no busca la participación o interpretación del público, porque se suponía que el espectador no sería capaz de entender la historia si no se le mostraba en su totalidad.

Sin embargo, el propio cine ha sido una escuela para el público y un laboratorio de experimentación para los creadores, lo que ha dado como resultado la habilidad para entender nuevas formas de narrar.

“El Gabinete del Dr. Caligary” nos enseñó a aceptar la narración subjetiva; Einsentein, a que pueden existir personajes colectivos, y a la Nueva Ola Francesa le debemos el uso de tiempos muertos y de elementos no motivados.

Gracias sobre todo a los videos musicales, el público actual se siente cómodo con el ritmo vertiginoso (“Pulp Fiction”, por ejemplo), con el desarrollo temporal no-lineal (“Memento” nos obliga a recomponer la línea del tiempo), y sabe adaptarse, incluso, a la mezcla de tiempos y espacios distintos que pueden o no ser reales (En “Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos” no sólo se empalman tiempos, sino también espacios reales con espacios oníricos).

Comparado con todos los recursos que se usan hoy en día, el cine clásico puede parecer poco emocionante, aburrido o lento, sin embargo, esa época del cine nos ofrece obras maestras que deben conocerse y valorarse en su contexto ¿qué sería de nosotros si no tuvieramos al “Ciudadano Kane”?

Bordwell y Thompson, Arte Cinematográfico. McGraw Hill, 2003.

Colaboración 1/04/2010

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