miércoles, 5 de mayo de 2010

El documental y la objetividad

Ya se había mencionado que las grandes categorías del cine son la animación que busca imitar el movimiento; el cine de ficción que utiliza la puesta en escena para recrear una historia, y los documentales que pretenden ofrecer al espectador información objetiva y directa sobre el mundo real.

El documental tiene su origen en las “vistas” de los Hermanos Lumière, esas tomas de unos minutos de duración que nos muestran escenas de la vida real, tomadas “en caliente” sin que medie trucaje, narrativa o planeación. Esta búsqueda de la objetividad orilló a los realizadores a crear un cine-verité o cine directo: abandonaron escenarios, guiones y personajes y salieron al aire libre para capturar sucesos y personas verdaderos… y ahí se acaba la buena voluntad, ¿hasta que punto se puede ofrecer objetividad si basta con que el director decida segmentar la realidad con un encuadre, con la edición de las tomas y con el montaje? la percepción del espectador siempre quedará subordinada a la visión del cineasta.

A pesar de esto, la credibilidad de un documental es muy alta y es por eso que ha evolucionado de ser un medio educativo que se limitaba a desagregar los aspectos destacados de un tópico (como los documentales categóricos sobre viajes, naturaleza, arte y otros temas culturales) a ser una herramienta muy efectiva de persuasión.

En los últimos años nos hemos enfrentado a una explosión de documentales retóricos que buscan que tomemos partido (a favor o en contra) de algún punto de vista particular, y que pueden ser tan controversiales y directos como los realizados por Michael Moore o que pueden ser tan sutiles como Ladrones Viejos (México, 2007) acaba ganando nuestra simpatía para “El Carrizo” y sus colegas.

Al igual que lo que ha pasado con todas las manifestaciones del cine, los límites del documental se han ido borrando. En la actualidad hay películas que imitan documentales (falsos documentales como El Proyecto de la Bruja de Blair, 1999), películas de ficción que se filman con técnicas de cine directo (el movimiento Dogma 95), imágenes documentales trucadas y mezcladas en películas de ficción, documentales animados y documentales con información falsa o manipulada para influir la opinión pública.

En fin, habrá que bajarle los humos de objetividad al documental.

David Bordwell y Kristin Thompson, Arte Cinematográfico. McGraw Hill, México, 2003.
Vincent Pinel, Géneros Cinematográficos. Robinbook, Barcelona, 2009.


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