miércoles, 5 de mayo de 2010

Un sucio negocio

¿Nunca se ha preguntado por qué películas de buena factura duran tan poco en cartelera mientras “churros” insípidos siguen vivos después de muchas semanas?

Mucho tiene que ver que nos dejemos deslumbrar por “remakes” y películas palomeras desbordadas de efectos especiales, pero deficientes en argumentos, o por nuestra incapacidad para entender (y apreciar) el lenguaje fílmico, pero también hay culpables adicionales, la “mafia” del cine, esos que deciden sobre la vida y muerte de toda película exhibida.

Estos “Padrinos” no son otros que las empresas distribuidoras: Warner Bros, Paramount, Buena Vista, Columbia, 20th Century Fox, DreamWorks, Universal…

Las distribuidoras son el puente entre los directores y el público, son las encargadas de suministrar de material a todas las cadenas de exhibición. Su posición monopólica (las grandes distribuidoras controlan el 95 por ciento de los estrenos de mayor éxito comercial) les permite recaudar hasta un 70 por ciento de las ganancias de taquilla de cualquier película durante su primera semana de exhibición y del 30 por ciento en semanas posteriores.

En México, además de la tiranía de las distribuidoras, los realizadores deben someterse a las condiciones de las exhibidoras, que pueden incluir estrategias de mercadotecnia, réditos sobre los mercado auxiliares de la película (venta de la versión DVD, de la banda sonora o de promocionales, etc.), e incluso pueden elegir la fecha de estreno de la película, por poco conveniente que sea. Por ejemplo, Boogie El Aceitoso, concebida para exhibirse en 2D y 3D, fue estrenada el mismo fin de semana que la superproducción (también 3D) de Alicia en el País de las Maravillas lo que supuso un fracaso rotundo para Boogie sin mencionar que no se exhibió en 3D.

Las cadenas exhibidoras también imponen a las películas cuotas mínimas de asistencia para permanecer en cartelera, por lo que no es gratuito que ciertas películas acaparen las salas de exhibición: son las apuestas fuertes de las distribuidoras y las que reciben más publicidad para atraer incautos.

Mientras aceptemos esta situación, deberemos conformarnos con “cazar” las producciones no-comerciales, tal vez la solución sea como en Francia, crear de circuitos de exhibición independientes o que los realizadores busquen otras formas para dar a conocer su arte.

David Bordwell y Kristin Thompson, Arte Cinematográfico. McGraw Hill, México, 2003.

Colaboración del 28/04/2010

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