lunes, 19 de julio de 2010

Road movies

La road movie (película de carmino) se basa en el evidente simbolismo de la carretera como un viaje de autodescubrimiento, en un sentido estricto la road movie no es otra cosa que lo que Balló y Pérez enmarcan entre los argumentos del “retorno al hogar”.

Al terminar la guerra de Troya, Ulises inicia el regreso hacia Itaca donde su familia, Penélope y Telémaco, le aguardan, sin embargo el viaje estará lleno de adversidades que pondrán a prueba la determinación de Ulises.

No es gratuito que el argumento del viaje de Ulises sea uno de los más socorridos por el cine, representa al héroe en conflicto permanente entre el hogar y la aventura, entre la memoria y el olvido. La Odisea es la “recuperación de la identidad fragmentada”, la reconstrucción de la propia conciencia a través del autoconocimiento.

Cuando se originó la road movie, la juventud de los Estados Unidos no sólo se manifestaba contra la Guerra de Vietnam, sino también contra el código de creencias que había dado origen a ese absurdo. Easy Rider (1969) es el ejemplo de un viaje nihilista de espíritus libres acosados por la América conformista.

Para Wim Wenders, la road movie representa el conflicto de la generación europea de la posguerra: sin sentido, con un pasado execrado por toda la humanidad, con el anatema de cargar sobre sus hombros los pecados de sus padres nazis.

Alicia en las Ciudades (1974) abreva en la tradición homérica: el héroe nómada (un fotógrafo) vive el placer del viaje solitario pero siente el deber de regresar a casa. Por una casualidad se ve enfrentado a ayudar a una niña a buscar la casa de su abuela. La confrontación con el periplo de Alicia sólo servirá como catalizador de su viaje iniciático y de la confrontación interior en un intento por restaurar el orden familiar de la niña, orden del que, tal como lo dicta el destino del héroe, deberá quedar excluido.

La road movie suele representar el camino iniciático: al final el héroe encontrará la redención, sin embargo, también el destino del héroe puede ser muy distinto: en París, Texas, (1984) nuestro héroe homérico, Travis, rescata a su mujer (Natasha Kinski) de sus pretendientes, la hace reencontrarse con su hijo sólo para entregarse nuevamente a su destino de apátrida, de viajero eterno.

La belleza del cine reside en buscar fórmulas para reinventar un argumento, en encontrar una forma contemporánea de entender una trama ya evocada.

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