jueves, 25 de marzo de 2010

Trampas del realismo: la puesta en escena

¿Cuál es su película favorita y por qué? Es probable que conteste a la segunda parte de la pregunta señalando algún aspecto puntual: el guión, la fotografía, la actuación, la ambientación o el vestuario. Sin embargo, contrario a lo que pensamos, lo que nos hace memorable una película no es algo en particular, sino la suma de elementos evidentes y sutiles que convergen en la pantalla.

La puesta en escena es un caldero de bruja: en ella el director mezcla y articula los escenarios, vestuarios, maquillaje, iluminación, actuación, movimientos, motivaciones, colorimetría, sonido, música así como el manejo del tiempo y el espacio cinematográfico.

Es un término tan amplio que se torna escurridizo y complejo, y sin embargo es la técnica con la que, como espectadores, tenemos un contacto más directo y que nos hace reaccionar emocionalmente a la obra.

Poner en escena (“mise-en-scene”) implica subordinar todos los recursos del cine en todas las fórmulas posibles: sumándolos, contraponiéndolos o reforzando unos con otros con el fin de comunicar o transmitir el mensaje.

En resumen la puesta en escena determina la eficacia del lenguaje, pero también sirve para crear la verosimilitud.

El cine crea un espacio y un tiempo propio, esto es, crea una realidad alterna que puede ser más o menos verosímil en la medida que la historia mantenga una coherencia interna que pocas veces será un reflejo del “mundo real”.

Y es precisamente por ello que no podemos descalificar una película por su “falta de realismo”. El realismo puede variar de cultura a cultura y de una época a otra y lo que en su momento fue una obra “realista” ahora nos parece afectada y exagerada; además, el director pudo haber elegido distanciarse deliberadamente de la realidad en cualquiera o en todos los aspectos de la puesta en escena, y la elección será válida en la medida que sirva para hacer comprender el mensaje.

Más aún, si el realismo fuera un estándar adecuado de evaluación, cómo juzgaríamos bajo este parámetro al cine de animación o al fantástico ¿los vampiros “reales” se comportarán como el Drácula de Bela Lugosi o como “Edward Cullen”?

Es obligación de los cineastas trascender y recrear la realidad para ofrecer al público obras complejas y ricas en significados para deshilar desde la butaca del cine.

Bordwell y Thompson, Arte Cinematográfico. McGraw Hill, 2003.

martes, 16 de marzo de 2010

¿Qué #$%& es el cine de arte?

¿Es Usted de los ingenuos que buscan la sección de “cine de arte” como sinónimo de calidad? ¿se ha encontrado con el fiasco de encontrar bajo este título tanto a obras de cine de autor, películas experimentales, cinematografías indie, películas de cualquier género que no sean “made in USA”, cine de culto y alguno que otro bodrio que por no encontrarle mejor lugar lo etiquetan como cine de arte?

Al igual que lo hacen los géneros, este tipo de clasificaciones pretende ofrecernos información económica y rápida sobre una película, aunque parece que de forma ambigua.

En sentido estricto, el cine de arte es un movimiento surgido en la Francia de 1906, cuando las clases acomodadas se acercaron al cine. Este público intelectual y amante del teatro resultaba difícil de complacer con las sencillas producciones de entonces, lo que generó la demanda por películas más refinadas y de argumentos más profundos.

Para 1908, Paul Lafite creó la productora y se impuso la tarea de rodar escenas basadas en guiones de autores contemporáneos con la participación de actores de renombre.

Las primeras películas de este movimiento (L’arléssiene y L’assassinat du Duc de Guise, 1908) permitieron descubrir que el cine podía ser una obra de arte, una idea que rápidamente se diseminó por Europa.

Mientras que en el aspecto formal, el cine de arte mantuvo el encuadre teatral, supuso una novedad en cuanto al énfasis en el guión, en el director como creador, en la interpretación de los actores y en la predilección por adaptaciones y temas históricos. El especial esmero que estas obras requerían en el decorado y el vestuario dio origen al gusto por las grandes producciones.

En la actualidad, “cine de arte” es un término equívoco que da cabida a todo aquello que se aleja de las producciones de Hollywood. Al igual que los géneros, tampoco es un elemento suficiente para evaluar una película, pero en este caso, tampoco es un descriptor, es una clasificación ambigua y una trampa: no todo lo que brilla es oro.

Desconfíe de lo etiquetado bajo este rótulo y busque otro medios para conocer y describir el cine que le gusta, y si se encuentra a alguien que le dice que “le gusta el cine de arte” ¡cuidado! puede estar frente a un snob intelectual.

Cousins, Historia del Cine. Blume, 2005.
Pinel, Géneros Cinematográficos. Robinbook, 2009.

Opción impresa: http://impreso.milenio.com/node/8735905

Géneros Cinematográficos

Una característica del pensamiento humano es la tendencia a clasificar: buscamos características similares en los objetos y fenómenos a nuestro alrededor, definimos partones y los categorizamos. De esta forma, nos sentimos más a gusto para enfrentarnos a cosas nuevas siempre que podamos encontrar un patrón similar en nuestro archivo de experiencias previas.

De igual forma, las películas han sido clasificadas en géneros con base en los patrones que muestran.

El género es una serie de convenciones compartidas por distintas películas. Sin embargo, es más fácil reconocer un género que definirlo ya que las convenciones varían de un género a otro. En algunos casos puede tratarse de personajes y decorados (western), elementos artísticos (musical), tema (cine erótico), por el efecto que buscan provocar en el espectador (comedia, thriller, horror, melodrama), por el tratamiento técnico (documental, animación), etc.

Se dice que los géneros son un pacto implícito entre el director, el público y los críticos para crear y satisfacer expectativas; que se trata de un invento mercadológico; pero también se ha señalado que son reflejo de tendencias sociales, e incluso un medio de catarsis para enfrentar los temores y reforzar los valores de una sociedad. En todo caso, el género es una forma rápida de comunicar información sobre una película que el público entiende fácilmente.

Los géneros y subgéneros nacen del éxito y la imitación. Si una película muestra una fórmula exitosa es muy seguro que otros creadores la imitarán hasta agotarla. Este período de popularidad de un género es llamado ciclo (por ejemplo el ciclo de las películas de desastre fue la década de los setenta).

Los géneros han sido menospreciados como limitantes del ingenio, sin embargo, la constante aculturización, la mezcla y rompimiento de las convenciones demuestran un proceso dinámico que genera fórmulas novedosas que a su vez han dado a lugar a nuevos géneros y subgéneros.

La interacción entre elementos familiares y originales es fundamental para la renovación constante de la cinematografía y para dar frescura a los géneros. El género, entonces, no debe ser un elemento suficiente para determinar la valía de una película, pero sí es una herramienta útil para describirla y un punto de partida para su análisis.

Versión impresa: http://impreso.milenio.com/node/8732204